La huerta de los Pedroches, situada en el Valle de los Pedroches (Provincia de Córdoba), es una huerta con historia, que ha mantenido la forma de cultivo de generación en generación.
A continuación me gustaría situar en contexto al consumidor y que éste pueda ver más allá de ese tomate, melón, lechuga… que cuando lo esté saboreando pueda imaginarse cómo fueron seleccionadas las semillas de la anterior cosecha, cómo preparamos la tierra, cómo sembramos la plantera, cómo la estercolamos, la cavamos, la regamos, la podamos cuando es necesario y por último cómo recolectamos en el punto óptimo de maduración.
Nuestra forma de cultivo comenzó dos generaciones atrás con mi abuelo. Mi abuelo era arriero y hortelano de profesión, sembraba y cultivaba legumbres y hortalizas para alimentar a la familia o cambiar por otros alimentos. En pocos años empezó a vender con una mula hortalizas por el pueblo y por los pueblos de alrededor. Las técnicas de cultivo utilizadas por aquellos tiempos, se basaban en el trabajo de remo, arado con bestias, añadir nutrientes al suelo a partir del estiercol de gallina, rotación de cultivos y riego con una noria movida por una mula y sistema de eras.
Esta forma de cultivo se mantuvo así prácticamente durante toda la vida laboral de mi abuelo, introduciendo algunas mejoras como un motor de gasoil para sacar agua y un coche para vender las hortalizas. Sin embargo se seguía arando con la mula, rotando los cultivos cada año, regando con eras y estercolando las hortalizas con un carrillo y una pala.
Años después mi abuelo se jubiló y cogió las riendas de la huerta de los pedroches mi padre mi padre. Él lo primero que hizo fue comprar una motoazada, lo que supuso un gran avance ya que permitía darle una mejor labor a la tierra y ahorrar parte del trabajo de remo. Aun así la mula se seguía usando para sembrar cebollas siempre vivas, ajos o patatas, y también para gradear la tierra.
El siguiente avance fue poner la luz en la huerta y la sustitución del motor de gasoil por uno de electricidad. Aunque todavía se seguía regando con eras por lo que en época de verano gran parte del día se pasaba regando.
Años después compró aspersores, que permitían regar ciertas hortalizas por aspersión de una forma automática, aunque no tenía muchos y había que estar contíuamente moviéndolos de un sitio para otro.
La siguiente mejora fue la incorporación del sistema de riego por goteo, esto supuso un gran avance ya que mientras las plantas se regaban mi padre podía aprovechar el tiempo en hacer otras cosas.
Tiempo después compró un Pascuali con cultivador y vertedera, que permitía ahorrar gran parte de tiempo preparando la tierra y que con un remolque resulta muy útil para recoger melones, sandías o calabazadas.
La última mejora fue un invernadero de arco para proteger las plantas del frio (sobre todo el tomate) y sacar las hortalizas un par de meses antes. Lo bueno de este tipo de invernadero es que es desmontable por lo que se puede rotar a tierra nueva en cada cosecha.
Aunque tenemos tractor, arrancamos las patatas a mano porque se estropean menos, sembramos con azada, la mayoría de las planteras son de semillas propias, cavamos a mano, metemos ovejas en el invernadero para que majadeen y rotamos cultivos.
Ahora me toca a mí coger las riendas, y con las nuevas tecnologías me gustaría dar a conocer nuestras hortalizas mas allá de los pueblos de alrededor. Además con la certificación ecologíca se puede garantizar al consumidor que nuestras hortalizas y verduras son ecológicas.